23 sept 2012

El Camp Nou y Anquela


Juan Antonio Anquela, ex técnico de Alcorcón, siempre soñó enfrentarse al Camp Nou. Es que tan solo el estadio a la mayoría de entrenadores les ha costado asimilar. Su sofocante campo hace rendir a más de uno, y el ataque posicional culé aprovecha esas sensaciones que a gritos pide acabar el partido.

Ayer, Tito no se esperaba algo así. Anquela plantó cara y de las duras. El Barça, con 4-3-3, deducía que en un desborde y ruptura de los extremos acabaría el partido, pero no se percató que la motivación que sentían Mikel Rico o Borja estaba a tope. La irregularidad de estos jugadores, junto a Torje, hacía intuir el cansancio mental de un Granada que a su espalda solo ha cosechado derrotas y empates. Mal merecido, sin duda, porque el equipo de Juan Antonio siempre propuso lo correcto.
A lo que voy, es que ciertos jugadores ayer no se veían, y lo demás, que fue trámite para el entrenador linarense (poner a Brahimi en lugar de El Arabi), expuso el discurso que creo a todos convenció.
Me dirán que es fácil si te encierras en tu campo, pero ¿no es un argumento primitivo a estas alturas? Pensemos bien. Desmenucemos:

Primero decir que el Granada en fase ofensiva esquematizó el 4-2-3-1. Lo curioso de esto, es que nunca triunfó en salidas: ni en apoyos largos aéreos como Ari en su Spartak, o al ras, que supuse, Iriney iría a hacer notar alguna gesta. Fue Brahimi. En contragolpes, en robos a media altura, el que progresó fue el mediapunta francés que jornada anterior sorprendió a todos con la buen actuación que supo hacer. Ayer transmitió lo mismo. Se sobrepasó de un Busquets y arrancó mirando siempre en frente. Grande fue el desahogo porque El Arabi nunca pudo haber hecho esto. El marroquí junto a Orellana y Flores no son rápidos, y el calor o cosa parecida que hace sentir el Camp Nou no permitiría sin lugar a dudas, llegar tan deliberadamente como lo hizo Brahimi. Eso sí, hubo asociaciones cortas, cuando algún saque de banda le concedían.
A su vez, la presión Nazaríe no tuvo recompensa con cambios de ritmo desfigurados. El 4-4-2 era el que salía a flote pronto, y al Barça ahora le tocaba actuar...

Vilanova dispuso de un once que en su momento dio sorpresa. Song y no Bartra. A ver, el Granada, sin ataque posicional como el Valencia, no exigían a los centrales una alta gesta de conocimientos que sí que les falta. Ayer encubrieron todo. Los balones divididos o frontales, protegieron bien. Busquets, que creo fue jefe de los pensamiento defensivos, retrasaba o subía un escalón para participar en la circulación, pero los dos centrales no sufrieron, al revés, fue su partido.

Una línea más adelante se ubicaban Thiago, Messi y Cesc. Tres hombres que intentaron crear profundidad en todas las alturas del campo. Fábregas en transición defensiva, y Thiago con Messi ya en campo rival. Sus asociaciones despiertan vértigo. Por eso Tito apostó por ellos. Llegaron más de una vez y quizá hasta el gol hubiera caído pronto, pero la calidad defensiva individual del Granada no se podía desadmitir. Aunque hay que hacer un alto, el mérito de Anquela no se centró en esa calidad individual, sino en como mandó al equipo a moverse.

Tras circular la pelota los primeros 5 minutos, el Barça llegó fácil siempre, pero en los últimos metros se demoró mucho. ¿Falta de chispa? No. El problema radicalizó en quiénes ocuparon las bandas.


Alexis y Dani por la derecha. Villa y Adriano por la otra. Caía balón  hacia cualquiera, y el achique previo hacía esperar de unas diagonales como las que hizo Adriano en el minuto 3. En fin, fue el único momento de descontrol. El Granada cerraba espacios, embotellaba el centro, y cuando llegaba turno de las bandas -descubiertas- tanto Alexis como Villa hacían una pausa que por defecto de extremos relacionados al juego interior no rompen (como sabe hacer un extremo puro por ejemplo). La espera hizo al Granada efectuar ese cambio de orientación sin balón con el oxígeno de sobra.


Lo normal, en efecto, era apostar por alguien que rompa en este sentido, pero Tito no se quiso confiar de una sola banda, y antes, dio entrada a Xavi. A partir del minuto 52' se tomaría nota de las cosas que le faltan a un chico como Thiago. El joven mediocampista no tiene una visión de juego tan pronunciada y exquisita como la del veterano. Su dote técnico suele equiparar ya mucho, pero el futbolista completo que puede ser aun no está. Así que ingresó el de Tarrasa. Giros, vueltas, cambios de orientación, todo en torno a él. Así, el Granada sintió recién cierto vértigo que terminó de poner a los extremos en el uno contra uno que nunca poseyeron anteriores minutos.


Una de las claves también fue que Vilanova mandó a Alexis por la izquierda, facilitando un fuera-dentro que permitió desdoblar aquel carril con Adriano que venía por detrás. Las cosas marchaban ya bien, y el Barça quiso sentenciar con la entrada de Tello al minuto 72'. Lo curioso de esto, es que se enterraron las bandas con dos jugadores, y con el 3-4-3 se fue a remolque. El chileno fijaba a los centrales mientras una línea más abajo Xavi y compañía creaban espacios. Tello amenazó con romper la cintura de Nyom, pero para la tranquilidad del Granada no fue su día.

Un gol in extremis de Xavi y Messi darían la victoria. Sea como sea la frase bonita que suelte aquel gol, el Granada fue superior varios minutos, sorprendiendo a todos la capacidad mental que soportó Iriney, Mikel Rico y compañía. Anquela asumió roles y supo dar con el lado aun no tan soldificado.

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